Juan Jaramillo

Miedos de las Noches Veladoras

Acrílico sobre lienzo

110 x 100 cm

2002

Juan Jaramillo

Sin Titulo

Acrílico y óleo sobre lienzo

240 x 50 cm

S.F

Juan Jaramillo

Sin Titulo

Polvo de ladrillo sobre tela

80 x 70 cm

2000

Juan Jaramillo

Un Camino

Óleo sobre tela

150 x 200 cm

2011

Juan Jaramillo

Lampara de Fuego

Acrílico sobre tela

100 x 90 cm

2002

Juan Jaramillo

Sin Titulo

Acrílico sobre lienzo

150 x 160 cm

2005

Juan Jaramillo

Sin Titulo

Óleo sobre lienzo

128 x 148 cm

S.F

Juan Jaramillo

Bandera

Tierra, madera, acrílico y pigmentos

157 x 148 cm

2000

Juan Jaramillo

Una Estrella

Óleo sobre tela

140 x 130 cm

2011

Juan Jaramillo

Sin Titulo

Mixta sobre lienzo

115 x 135 cm

2000

Miedos de las Noches Veladoras
Sin Titulo
Sin Titulo
Un Camino
Lampara de Fuego
Sin Titulo
Sin Titulo
Bandera
Una Estrella
Sin Titulo

Artista

Juan-Jaramillo_Retrato(1).jpg

Juan Jaramillo

Juan Jaramillo fue un artista sui géneris en actitud, argumentos y propósitos. Su pintura, no obstante, expone su adhesión a los principios del arte moderno en cuanto rompe con los convencionalismos estéticos del academicismo y desarrolla nuevas posibilidades expresivas. La pintura no constituye el fin último de su producción: superada su apreciación física, Jaramillo nos conduce a vislumbrar una intención no solo lírica, sino espiritual: la consideración de la pintura como una práctica del espíritu y como un hecho trascendente.

Es por esto que no resulta fácil ubicar su obra dentro del amplio espectro de tendencias y movimientos que cobija este calificativo. Como afirma el crítico y curador de arte Eduardo Serrano, su obra es decididamente abstracta y, como tal, reminiscente de numerosas obras y tendencias, pero no de manera muy ortodoxa o inminente. Como expresionista, tampoco sigue muy de cerca ninguna de las versiones de esta tendencia. Así, la definición más afín a su trabajo es, sin duda, la de Expresionismo Abstracto y dentro de ese amplísimo movimiento, la del Abstraccionismo Lírico. Su obra se ajusta a la idea planteada desde la Antigua Grecia de que “la pintura es la poesía muda” y de que entre la pintura y la poesía existe una homología que redunda en una relación eminentemente creativa.

Su propuesta pictórica se halla centrada en la abstracción gestual espontánea, realizada sin bocetos previos y basada en la intuición. La mayoría de su trabajo hace parte de un gran experimento en el cual la mancha y el gesto son fundamentales como elementos expresivos, en tanto que el color es más sensitivo que mimético: las marcas, huellas, texturas y transparencias le otorgan un manifiesto atractivo visual y despiertan un vehemente deseo de seguir los movimientos del pintor y asignarle interpretaciones que en cada persona suelen ser diferentes.

“Me siento muy feliz, pues mi trabajo se ha convertido ahora en un instrumento de Dios. Por medio de los cuadros transmito mensajes que sé que no vienen directamente de mí. Me siento feliz, pues en medio de todas las cosas diarias, siempre Dios se manifiesta; en lo que hago, en lo que siento, en lo que leo.”