Texto escrito por Breyner Huertas
“La isla de la felicidad ha creado su propio salón de té: sillas Luis XV hechas con ramas y palos, cable derretido y plástico; y una pared llena con retratos paradójicamente (sin rostro) de los miembros del club, hechos con fuego sobre madera como si intentaran forjar las siluetas ahora al final de los tiempos; irónico, si se piensa en el mito de la primera pintura, una silueta hecha en carboncillo sobre una piedra, de un militar por su amante, con el fin de conservarlo ante su partida”