Si en un principio el vínculo entre el hombre y la naturaleza conservó cierta reciprocidad y los lazos entre todo lo sintiente procuraron sostenerse; con el asentamiento y el crecimiento de las poblaciones, la ruptura de esta relación fue inevitable. El hombre occidental empezó a pensarse por fuera de la naturaleza, y por tanto, esta estaba subordinada a él. Entonces, modificamos ecosistemas para convertirlos en sistemas agrícolas, domesticamos especies silvestres para convertirlas en herramientas de producción, nos encerramos en construcciones imposibles e intentamos conquistarlo todo.
Ciencia, tecnología, industrialización y capital estuvieron al servicio de la destrucción. La disputa por el control del territorio profundizó la desigualdad y la implementación de políticas extractivistas aceleró la crisis ambiental. Las consecuencias se sintieron en la selva, en los ríos, en los páramos, en el campo. En las modificaciones de un paisaje cada vez más herido. Y lo que antes crecía y se multiplicaba, se volvió estéril.
En la mira presenta cinco artistas cuyas imágenes hablan sobre el impacto de las construcciones humanas sobre los ecosistemas nativos; señalan las contradicciones que plantea la sostenibilidad cuando excluye los conocimientos de las comunidades; ponen en relieve la problemática entre un sistema productivo que facilita el desplazamiento del campesinado; plantean paisajes contemporáneos de plástico como recordatorios de un sistema patriarcal; resaltan las formas geométricas que trae la deforestación; y también, imaginan alternativas de coexistencia y correspondencia entre los seres humanos y las demás especies.
Gracias a los artistas que participaron en la convocatoria.
Su trabajo es esa planta que revienta el asfalto.