Adrián Gaitán
El trabajo de Adrián Gaitán esta enfocado en el cuestionamiento alrededor de los símbolos e imágenes más representativas del arte occidental. Su obra reflexiona sobre la imagen aspiracional y el referente estético que representa Europa para América Latina. Las piezas son pintadas y tratadas con materiales reciclados y derivados del petróleo, como el aceite de motor. A través del uso de este elemento, Gaitán resalta su interés por el petróleo, símbolo del capitalismo por excelencia, que ha logrado permear todas las esferas de nuestra cotidianidad, incluyendo el ámbito artistico y cultural.
Juan David Laserna
Biblia Pauperum de Juan David Laserna, artista más joven en ganar el premio Luis Caballero en Colombia, es la tercera parte del proyecto iniciado en el año 2008, en el que el artista recoge 10 frases de grafitis escritos en diferentes universidades públicas, en las que se apela no solo a propósitos de denuncia, sino a conservar y reivindicar las causas sociales aun no resueltas que han hecho necesarios estos gestos. Con el uso del poli estireno expandido, altera los aspectos formales de las frases, con el fin de hacer que el espectador relacione su contenido con un periodo, un contexto y un nivel de importancia especifico, reflexionando así sobre los arquetipos de representación y gramática visual, que enmarcan los discursos de resistencia.
Colectivo Mangle
Colectivo Mangle esta conformado por María Paula y Diego Álvarez, dos jóvenes que se proclaman carpinteros ya que su formación se dio en una Escuela de Artes y Oficios, y cuyo trabajo envuelve materiales y herramientas propios de la carpintería, pero quienes a todas luces son artistas puesto que sus obras permiten percibir numerosos y profundos planteamientos de tipo estético, social y conceptual. Su objetivo es cambiar la forma física de la materia prima, es decir, de la madera tal cual se puede adquirir en los depósitos, para crear objetos que, a diferencia de los producidos por los ebanistas, no son utilitarios, pero que son útiles, por ejemplo, para producir placer estético y para inducir a reflexiones acerca del arte, la sociedad, la naturaleza, el mundo y la vida. Su obra implica un regreso a la naturaleza, una reacción ante la unificación de materiales y la consiguiente pérdida de variedad e identidad en el trabajo artístico que ha traído consigo la globalización. La madera como elemento orgánico, expresa la calidez de la vida en sus formas adaptables al ambiente y establece una contraposición con el ambiente frio, hiper-transformado, de lo artificial. Su temática surge de la vida cotidiana, de la vida doméstica, y abarca cuerdas eléctricas, rejas, carpetas, telas, herramientas e inclusive algunos muebles, todo lo cual causa sorpresa cuando se comprueba que, no obstante los complicados diseños o la extrema delgadez de algunas de las piezas, el material es la madera.
Laura Ramírez Palacio
He seguido recientemente - y he tratado de estudiar - el proceso de creación de la maravillosa serie de dibujos de Laura Ramírez titulada “Disociación”, anterior a estos cuatro que ahora presenta en la Galería “La Cometa” de Madrid. De mi cuaderno de notas sobre esa serie transcribo, sin mucho orden, los siguientes epígrafes: la sorprendente inmediatez de su trabajo, que parece casi producto de una acción fisiológica ingobernable; su estado de conciencia al dibujar, a mitad de camino entre el trance de los artistas y la habilidad de los ilusionistas; la admirable coherencia y singularidad de los resultados, en los que se mezcla lo ominoso y lo entrañable, lo desolador y lo acogedor, el terror y el humor y en todos flota un inagotable interés por entenderse, tanto a sí misma como a los demás. Y también tenía anotados: la inteligente selección del soporte (el papel Mylar o poliester film) que resiste ataques con los materiales más diversos, raspados y borrados, hasta alcanzar - incluso maltratando el papel - su objetivo; las claves de la nitidez variable de los trazos y las formas; la portentosa, rica y simbólica utilización de los negros y los blancos; la admirable destreza para el dibujo y, a la vez, la feroz autocrítica. La serie “Disociación” encajaría muy bien en ese tipo de dibujos a los que Berger llamó “de la memoria” y en los que, dice este autor, los artistas tratan de descubrir y exorcizar recuerdos propios, inexpresables de otro modo.