Glenda León: Escuchar el mundo desde el arte
El poder de lo invisible en la obra de una artista que conecta naturaleza, tecnología y poesía.
3 de julio 2025

La artista cubana ha consolidado una obra que integra instalación, fotografía, dibujo y arte sonoro. Vive entre La Habana y Madrid, y ha expuesto su instalación Only Lovers en la Galería La Cometa de Miami el año pasado. Sus piezas invitan a repensar cómo percibimos el tiempo, el entorno y los vínculos personales.
Una práctica entre la poesía y la escucha
Desde sus inicios en la danza clásica y la historia del arte, Glenda León (La Habana, 1976) ha trazado un camino riguroso y coherente en el arte contemporáneo. Su obra se caracteriza por establecer relaciones sensibles entre lo visible y lo invisible, lo sonoro y lo material. A través de instalaciones, objetos, dibujos y piezas de video, León invita al espectador a detenerse y a percibir los intersticios entre lo cotidiano y lo trascendente.
Con formación en Nuevos Medios en la Kunsthochschule für Medien (KHM) de Colonia y una trayectoria sólida en espacios internacionales, León no solo ha participado en la Bienal de Venecia, Dakar o Santa Fe, sino que sus piezas forman parte de colecciones tan importantes como las del Centre Pompidou, el Pérez Art Museum de Miami o el Museo de Bellas Artes de Houston.
Escuchar como acto estético
Una constante en la obra de León es la exploración del sonido como materia estética. En Cada sonido es una forma del tiempo, la artista transforma elementos visuales en partituras posibles, insinuando que todo en la naturaleza –una hoja, una estrella, una lágrima– tiene una vibración que puede ser traducida. Este gesto, lejos de ser metafórico, se vuelve una propuesta sensorial concreta: ver el sonido, escuchar la imagen.
En proyectos como Instrumentos visuales o Metamorfosis, León descompone objetos musicales (pianos, arpas) para reensamblarlos en esculturas silenciosas que aún conservan la vibración latente del sonido. El arte aquí no representa, sino que propone otras formas de conocimiento.
Only Lovers: lo intangible del hogar
Una de sus piezas más recientes, Only Lovers (2024), fue presentada en Galería La Cometa Miami. Se trata de una instalación compuesta por ventanas, cortinas y un sistema que reproduce en tiempo real el viento de Miami y La Habana. Dos ciudades separadas por la política y unidas por la nostalgia. La obra rinde homenaje a Félix González-Torres y a su famosa cortina de aire (Untitled (Loverboy)), retomando la brisa como metáfora de lo que no puede capturarse con imágenes: el recuerdo, la ausencia, la pertenencia.
La pieza no busca ilustrar la migración, sino transmitir la sensación de habitar dos lugares al mismo tiempo, o ninguno. A través del viento, León habla del desarraigo, del deseo de regresar y del descubrimiento de que el hogar es, en última instancia, una construcción interior.
La palabra como cicatriz
Otra línea clave en la obra de León es la reflexión sobre el lenguaje. En obras como Cada palabra tiene la forma de una cicatriz (2023), la artista utiliza máquinas de escribir intervenidas para hablar del poder de las palabras, de su capacidad de herir, marcar, transformar. La escritura se convierte en materia visual, en acto performativo.
En sus Máquinas de Escribir Intervenidas, el lenguaje se presenta como un sistema que puede ser subvertido, pero también como un campo de memoria. Las teclas se mezclan con objetos punzantes o textiles, sugiriendo que lo que se escribe no es neutro, sino cargado de ideología, afecto y experiencia.
Naturaleza, artificio y tiempo
En series como Cielo Prohibido (2012), León transforma fórmulas químicas en constelaciones, desafiando la manera en que percibimos las sustancias prohibidas. En Hierba mala o Mecánica natural, plantea una crítica al extractivismo y a la lógica productiva que instrumentaliza la creatividad humana.
Lejos de ser panfletaria, su crítica se articula desde la forma. En Tiempo perdido, por ejemplo, un enorme reloj de arena se convierte en escultura monumental que ironiza sobre nuestra obsesión por “aprovechar el tiempo”. ¿Qué significa no hacer nada?, parece preguntarse León, y en ese no hacer surge el arte como resistencia.
Una trayectoria internacional con raíces locales
Aunque su obra ha circulado ampliamente en museos y bienales de Europa, Asia y América, Glenda León no ha abandonado su vínculo con Cuba. Muchos de sus trabajos dialogan con el contexto latinoamericano desde una mirada compleja, sin exotismos. Ya sea desde el aire de Tokio, las estrellas de La Habana o un trozo de césped artificial en Hábitat, su obra interroga el lugar que habitamos y la manera como lo habitamos.
Una artista que transforma la percepción
La obra de Glenda León desafía nuestras formas de ver, de oír y de pensar el mundo. En un contexto saturado de imágenes y ruido, su propuesta ofrece un espacio para la pausa, la escucha y la contemplación activa. Sus instalaciones no nos gritan verdades, sino que nos susurran preguntas.
Con Only Lovers y otras piezas recientes, León reafirma que el arte no es solo un espejo del mundo, sino una herramienta para imaginarlo distinto. Entre el sonido del viento y el silencio de una hoja, su obra nos recuerda que hay belleza en lo mínimo, y que lo esencial suele ser aquello que pasa desapercibido.