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8 de septiembre 2024

Por Seth Combs

 

Este artista, músico y profesor universitario nacido en Colombia aborda en su obra temas que van desde el colonialismo hasta la cultura indígena.

 

La práctica artística de Carlos Castro Arias comenzó con una falsificación.

 

Al preguntar a un pintor respetado cuándo supo por primera vez que tenía un espíritu artístico, uno espera cierto tipo de respuesta. Tal vez la respuesta sea una anécdota sobre una clase a la que asistió en la escuela primaria. Puede que fuera un viaje familiar a un museo. A veces, la respuesta es tan sencilla como el descubrimiento de su primer medio, aunque sólo fueran lápices de colores y un libro para colorear. Para Arias, sin embargo, la respuesta a esta pregunta es tan original y polifacética como su obra.

 

«Una vez le enseñé a mi madre un examen del colegio que había suspendido y se enfadó mucho», recuerda Arias de su infancia en Bogotá (Colombia). «A la semana siguiente también saqué una mala nota y sabía que se iba a volver a enfadar conmigo».

 

Arias continúa explicando que el colegio necesitaba la firma de uno de sus padres, confirmando que estaban al tanto de sus malas notas, así que acabó falsificando la firma de su padre. Cuando el profesor se dio cuenta de su engaño, el colegio llamó a su casa.

 

«Mi madre le decía a mi padre que me dijera que había hecho algo malo», continúa Arias. «Ella quería que se enfadara conmigo, y él simplemente me miró y me dijo: 'Sabes, Carlos, eres un artista'». Mientras nuestra conversación sigue girando en torno a sus años de formación en Bogotá, es fácil percatarse de las vastas colecciones de juguetes y figuritas salpicadas entre los cuadros de su casa y estudio de La Mesa.

 

Arias explica que, cuando era niño, el gobierno colombiano prohibió todas las importaciones no esenciales. Esto significaba que Arias a menudo tenía que crear sus propios juguetes con materiales encontrados como alambre, cinta adhesiva y plásticos desechados. Así que utilizar sus habilidades para crear juguetes artísticos no era tanto el resultado de una imaginación vívida y artística, sino algo que hacía por necesidad.


«Me encanta eso, cuando no sabes realmente lo que un artista está intentando decirte o de dónde viene. Que simplemente lo han creado por crearlo. Sientes algo en el estómago. Eso es lo que quiero crear. Algo que cree una respuesta visceral», explica Arias.

 

«Eso es lo que les digo a mis alumnos: sabes que vas por buen camino con un proyecto cuando sientes algo en el estómago», continúa, refiriéndose a su trabajo diario como profesor de arte en la Universidad Estatal de San Diego. «No lo pongas en duda. Siente lo que tienes dentro y explóralo».

 

Esta lógica, esta necesidad de crear algo fantástico e instintivo, se ha extendido a su práctica actual. Ha trabajado como artista durante más de dos décadas, y desde que se mudó a la región de San Diego/Tijuana en 2019 (con estancias de meses de regreso a Colombia de vez en cuando), ha expandido su práctica artística de maneras que son impresionantes y aparentemente extrañas.

 

«Digo que soy pintor, pero en realidad hago escultura, instalaciones y música, de todo. Incluso he hecho cosas con grasa humana», dice Arias, refiriéndose a una serie de cuadros en los que utilizó grasa humana como barniz.

 

Aunque utilizar grasa humana como material o esculpir una pieza que incorpora dientes humanos, pipas de crack o incluso cuchillos confiscados, pueda parecer aberrante para algunos, habla más del deseo de Arias de no limitarse nunca al tipo de arte que produce. Es más, su obra, por descarada que pueda parecer a primera vista, habla de innumerables cuestiones de la condición humana.

 

«Piense en un artista como Andy Warhol», dice Arias. «Hacía pinturas, esculturas, vídeos, y también tenía su propia revista y agencia de modelos. Eso es lo que les digo siempre a mis alumnos: sean creativos todo el tiempo, porque ser artista no es fácil.»

 

Las profundidades ilimitadas de su imaginación se podrán ver en «La astilla en el ojo», una exposición individual de nuevas obras que se inaugurará en la Athenaeum Music & Arts Library el 19 de octubre.


Arias está realizando 11 nuevas pinturas sobre madera para la exposición, pero también incorporará otros elementos, tanto naturales como de otro tipo, en toda la galería. Por ejemplo, planea utilizar luz natural y artificial para hacer que algunas de las pinturas «brillen», mientras que otras incorporarán plantas vivas en respuesta a las plantas dentro de la pintura. Incluso hay uno que incluirá un vaporizador para que el espectador pueda «ver el vapor dentro del cuadro».

 

«Está un poco por todas partes», admite Arias riendo.

 

También planea tener una fuente que será un busto de Junípero Serra, el sacerdote español canonizado y misionero franciscano estrechamente relacionado con la región de San Diego. También habrá criaturas taxidermizadas prestadas por el Museo de Historia Natural de San Diego. Incluso está pensando en incorporar elementos sonoros, o lo que él llama «happenings musicales», en los que la gente crearía una cacofonía de melodías mientras recorren el espectáculo.

 

Es fácil ver que los cuadros en sí son sólo una parte del cuadro. Tomemos, por ejemplo, este escenario: En la exposición habrá un cuadro de un pájaro. Dentro de ese cuadro, el cuadro dentro del cuadro estará montado sobre una estructura de madera rodeada de otros materiales. A continuación, ese cuadro estará montado en una estructura de madera similar dentro del Ateneo y rodeado de otros materiales. ¿Se ha confundido? Bien, ése es sin duda uno de los resultados que busca Arias.


«Con mi trabajo anterior, la visión y los significados podían ser a veces muy estrechos», dice Arias. «Y esta exposición es más intrincada. Se podría decir que trata de la madera o algo así, pero creo que el espectador sabrá realmente de qué trata en concreto.»


El resultado es algo parecido al surrealismo, pero no tanto estilísticamente. Al incorporar y mezclar todos estos elementos variados, el arte parece multicapa, casi meta y onírico. Hay un caos mental controlado.

 

El espectador puede pensar que está captando temas del mundo natural o de la lucha de la humanidad con la historia del colonialismo, pero al incorporar otros elementos y materiales, trastoca estas observaciones iniciales. Esto confiere al arte una profundidad conversacional. El espectador puede salir confundido o perplejo, pero Arias dice que eso es bueno. La intención es hacerles pensar».

 

En muchos sentidos, Arias ve «La astilla en el ojo» como una extensión y evolución de sus exposiciones anteriores.

 

Hace referencia a que «el pasado nunca está muerto. Ni siquiera es pasado» (2024) y “Belleza accidental” (2013), ambas expuestas en Bogotá. La primera se montó en el Museo de Arte Moderno y en ella incorporó una estatua de Cristóbal Colón y la reina Isabel I (la monarca española que financió el famoso viaje de Colón a América) que había sido derribada en Bogotá.

 

«Esas estatuas iban a ser vandalizadas y destruidas por la gente, tal vez incluso linchadas», dice Arias. «Es fácil mirar estas cosas y pensar '(improperio) Colón y la colonización', pero ¿qué hay de utilizarlo para la educación? Ves la estatua y ves el arte que la rodea, y cuando no hay un significado directo, puedes verlo como un reto».

 

Esta combinación de audacia y originalidad le valió a Arias el Premio de Arte de San Diego en 2022.

 

Rápidamente se ha unido a una comunidad de artistas locales como Hugo Crosthwaite, Marcos Ramírez ERRE y los hermanos De la Torre que están creando obras que hablan de temas importantes para la región fronteriza entre México y Estados Unidos. Pero es muy injusto pensar que lo que está creando es «arte fronterizo».

 

«Vivir aquí ha sido inspirador porque cada vez que voy a Tijuana me inspiro, pero estoy de acuerdo en que es un poco problemático, quizá un poco como si estuviera intentando llamar la atención si sólo hiciera arte sobre la frontera», explica Arias. «Empiezan a señalarte como 'artista de la frontera', y también es un problema etiquetar algo como 'arte latinx' o 'arte negro'. Te encasilla».

 

Sí, algunas de sus obras pueden parecer muy conceptuales a primera vista, ya que abordan cuestiones de colonialismo e indigenismo de forma muy directa. Pero Arias se apresura a señalar que, al igual que los materiales que puede utilizar para su arte son ilimitados, también lo es su forma de pensar sobre lo que significa ese arte.


«Pruebas un montón de cosas y eso es lo que te convierte en artista», dice Arias, que también ha sido músico durante toda su vida, y más recientemente ha tocado en Amor Negro, un proyecto musical que inició con su hermano. «La idea de ser sólo un tipo de pintor, un tipo de artista haciendo un tipo de cosa, eso es algo con lo que tengo problemas».


Carlos Castro Arias: La astilla en el ojo'

Cuándo: Recepción inaugural, de 18.30 a 20.30 h., el 18 de octubre. Exposición de 11 a.m. a 4 p.m., de martes a sábado, del 19 de octubre al 11 de enero.

Dónde: Athenaeum Music & Arts Library, 1008 Wall St., La Jolla
Entrada gratuita: Gratuita