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4 de febrero 2025
Por Artishock
Afuera, los objetos del mundo se recolectan y los materiales se atesoran. Los primeros se privilegian porque contienen en sus formas una aspiración. Los materiales, por el contrario, están en su estado más crudo, más veraz. Ambos están destinados a encontrarse, y de esa colisión aparecerá una imagen híbrida, inestable, difícil.
Buscando eso que puede brillar entre los escombros, Adrián Gaitán (Cali, 1983) advierte las posibilidades finitas de lo inútil. Trata lo que está quebrado o descompuesto con suma consideración, pues reconoce que allí se encuentra el sustrato que detonará esa imagen. Para él, la destrucción, el accidente y la catástrofe que recibe un mueble -un escritorio, un tocador, un bifé- es cuanto le da valor, incluso virtud. Y es también lo que les asegura un lugar en su particular colección.
Observar, recoger, acumular, clasificar, volver a observar. Una idea aparece y empiezan las operaciones sobre mobiliario doméstico, restos de construcciones, y utilería industrial. La metamorfosis siempre es violenta. Es preciso cortar, torcer y romper, para que la tierra, las ramas y la manteca penetren en esos cuerpos hechos de madera y plástico. Es el trauma lo que inicia la mutación definitiva. Y Adrián procura capturar, en un fotograma, ese momento antes de la última tensión, o de la completa disolución del objeto.
Durante el sueño, hay una sensación de extrañeza que ocurre cuando los elementos conocidos se distorsionan —en una mezcla entre lo familiar y lo ajeno—; una experiencia que permite que el inconsciente explore emociones que la mente reprime durante la vigilia. A veces, lo extraño aparece en la forma de distorsiones temporales, personas queridas en cuerpos desconocidos o cosas inertes que cobran vida.
Como si se tratara de una escena en una película de David Lynch -uno de los directores favoritos de Adrián-, esta exposición se lee en un nivel que no es del todo consciente, en un estado más cercano a la porosidad que produce la noche. En la oscuridad, la luz es la conexión con la realidad y quien revela las cualidades voluptuosas y ásperas, casi incorrectas, de las piezas.
En esa revelación están enfrentados lo natural y lo fabricado, lo orgánico y lo artificial, lo simulado y lo verdadero. Está la apariencia contra el material.
Sobre el artista
Adrián Gaitán se enfoca en la deconstrucción y revisión de los símbolos asociados con la alta cultura, las imágenes más representativas de la historia del arte occidental y los referentes estéticos importados desde Europa hacia Latinoamérica.
La materialidad de sus obras es esencial para comprender su trabajo, pues a través de ella hay una crítica sobre la trivialidad de los objetos que poseen los más privilegiados y la fragilidad de los conceptos e imágenes que asociamos con el arte y la cultura.
Materiales pobres, reciclados y abyectos como la tierra, el cartón, el aceite de motor, el plástico usado, la madera, colchones, entre otros, denotan el interés de Gaitán por la capacidad que tienen éstos para hacer que cualquier concepto, aparentemente rígido, entre en tensión.
Adrián Gaitán nos comparte su visión con la que, bajo un análisis atento, realizamos lecturas más complejas que cuestionan la manera en la que establecemos los criterios de valor sobre las cosas. Con frecuencia, las imágenes que usa, así como su reflexión, ocurren alrededor del espacio doméstico. Repetidamente en sus esculturas aparecen elementos mobiliarios como pianos de cola, alfombras persas y candelabros construidos con materiales recolectados de las calles y transformados para analizar la noción del “buen gusto”.
Gaitán le confiere entidad al potencial simbólico de elementos asociados a la “baja cultura” y logra que la imagen también funcione como un objeto devocional y una crítica hacia lo aspiracional, pues cuestiona los valores que conforman el culto moderno al materialismo.
ADRIÁN GAITÁN: AFUERA LOS PERROS ENLOQUECEN
Galería La Cometa, Bogotá
Del 16 de noviembre de 2024 al 1 de febrero de 2025