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8 de octubre 2024

La Galería Upsilon se complace en anunciar la inauguración de la exposición individual de Alejandro Ospina, «Algorithms/Magical Thinking». La exposición muestra obras de dos de los proyectos en curso de Ospina, Algorithms y Magical Thinking, destacando la evolución artística de series anteriores al último cuerpo de trabajo. Esta fluida transición revela el desarrollo conceptual y visual que sirve de puente entre ambos proyectos, ofreciendo una convincente exploración de la cultura digital contemporánea.
 
Los mapas visuales de Ospina están relacionados con los continuos cambios en la atención provocados por la expansión de Internet. Pretenden simular la actividad de las mentes cuando se encuentran con una imagen tras otra, acumulando y fusionando capas de información visual con cada parpadeo. Estos cuadros mutan la forma de ver y contemplar conjuntos de imágenes, como un flujo de información que nunca se comprende del todo. De este modo, exploran cómo Internet ha transformado nuestra relación con las imágenes, con el espacio y con nosotros mismos de un modo sin precedentes. En unas pinturas complejamente esquemáticas, incorpora las herramientas tecnológicas a su alcance para investigar el fenómeno de la información a alta velocidad. Ospina filtra digitalmente imágenes con temas encontrados en Internet antes de reconstruirlas utilizando capas de las mismas imágenes convirtiéndolas en asociaciones abstractas».
 
- Osei Bonsu 
Conservador de Arte Internacional de la Tate Modern

 

Alejandro Ospina, artista colombiano radicado en Londres, ha realizado numerosas exposiciones internacionales. Sus obras forman parte de prestigiosas colecciones, como el Pérez Art Museum de Miami, la Rupert and Wendi Murdoch Collection, la Saatchi Gallery, la Alex Katz Foundation, la Barings Bank Collection de Londres y las colecciones de Catherine y Franck Petitgas, entre otras.
 
Algoritmos/Pensamiento mágico
 
«Tardé 4 años en pintar como Rafael y toda una vida en pintar como un niño» 
 
Esta es una cita de Picasso sobre el poder enigmático de las pinturas y dibujos infantiles.
 
En mi trabajo anterior, desarrollado en Algoritmos, he incorporado los dibujos de dibujantes como Gorky, Miro, Mondrian, Poussin, Kandinsky, Twombly...etc, incrustados en el proceso de estratificación para afectar a la composición de cada obra, al unísono con imágenes de internet en torno a mis intereses. Un elemento clave de mi pintura es el uso de formas pictóricas tradicionales para representar nuevos fenómenos en relación con el paisaje cambiante en el modo en que la visualización de imágenes se ha transformado gracias a internet.  La imagen, en su mayoría fotográfica, sigue siendo relativamente la misma, pero la cantidad de material al alcance de la mano nunca ha estado tan al alcance de la sociedad, la velocidad a la que se puede acceder a él y la infinita elección de seguir los propios intereses.  Esto crea un «ruido blanco» de información, tanta que se difumina en sí misma y se convierte en un conjunto abstracto.

 

El proceso de interpretación de consciente a subconsciente se amplifica, provocando muchos cambios en nuestra forma de pensar y actuar, y afectando especialmente a los jóvenes que han comenzado sus vidas en medio de este cambio.
 
En este proceso introduzco un nuevo elemento que desafía las habilidades de los dibujantes con la inocencia del trazo de un niño. Los dibujos de los niños son poderosos; son directos, aún no se han visto totalmente afectados por la infinita imaginería en la que vivimos.  El poder de la imaginación es libre y sin trabas, y hay un momento en que los niños han aprendido a utilizar sus medios y aún no han sido sometidos a tantos años de impresiones culturales. Tienen una pureza que no se ve obstaculizada por las diversas creencias y generalidades que la conciencia toma como verdad, un viaje corto y maravilloso a su proceso de pensamiento. Están en proceso de asimilar información como esponjas, reales llenas de animales y ciudades y coches y la novedad de todo lo que les rodea; junto con monstruos, dinosaurios, libros y películas que llenan su imaginación.  En este torbellino de actividad neuronal y emocional, aún no se ven empantanados por ningún proceso de dibujo tradicional ni afectados por la publicidad.

 

Son libres de recorrer este reino interminable de información e imágenes e inventarlo e interpretarlo a través de sus dibujos, dibujos que pueden parecer sencillos pero que en realidad son infinitamente complejos, construidos con una infinidad de ideas e imágenes. La «ralentización» del tiempo que supuso la pandemia y el trabajo creativo que realizamos durante ese tiempo me han puesto en situación de ver muy de cerca el desarrollo de este continuo durante su breve lapso a través de mis dos hijos, de 6 y 8 años en aquel momento, y me han dado una forma de volver a los fundamentos de la deconstrucción, al punto cero de la pintura y el dibujo.  La base antropológica de la pintura ha partido de un relativismo cultural que en gran medida no se ve afectado en los dibujos de un niño.  Internet ha planteado un desafío a este relativismo y al utilizar estos dibujos se produce una yuxtaposición lúdica de este momento con la infinita disponibilidad de imágenes.
 
El proyecto abarca el rápido paso del tiempo, una instantánea de un momento.  Las nuevas pinturas abarcan la inestabilidad del tiempo y la memoria. Considerando el tiempo como continuo y variable, nuestra relación con el mundo experimenta ahora un cambio inexorable a una velocidad nunca antes experimentada. Los niños crecen antes de que nos demos cuenta, los dibujos se ven más afectados cada día que pasa o se detienen por completo.  En nuestro caso particular, la diferencia entre los estilos de los dos niños era dionisíaca y apolínea.

 

Esta marcada diferencia me llevó a experimentar con la estratificación de diferentes maneras, a veces utilizando sólo un conjunto de imágenes, otras veces se planteaba un desafío entre los dos estilos diferentes en la misma obra o se enfrentaba uno de los estilos, o ambos, a un maestro. Surgió una sensación de urgencia, ya que los dibujos ejemplificaban el flujo continuo en el que vivimos, el cambio inevitable de un momento en el tiempo.  Son una reflexión sobre una memoria sujeta a cambios, olvidada si no se documenta.  Actuaban como anclaje a la miríada casi «irreal» y desalentadora de imágenes que abarcan los propios intereses.


Como espectadores o críticos de arte, tendemos a considerar que este viaje de vuelta al momento sin obstáculos puede llevarnos toda una vida. Al incorporar los dibujos de los niños a la obra, empieza a surgir una paleta compositiva, conceptual y cromática diferente.  Las imágenes de Internet pasan a un segundo plano, una abstracción tonal actúa como ancla, y los dibujos de antiguos maestros se entrelazan con la complejidad e ingenuidad de la mente infantil.
 
-Alejandro Ospina
Artista